Tus calles son un bosque que enamora
o asombra al peatón desprevenido
que va hilando por Mitre su silbido
o deambula sin prisa por Espora.
Aquí nombro la vida suburbana
la apacible quietud de los veranos,
el amor a la huerta cotidiana
perfumada de azahares y manzanos.
También nombro al gorrión de los aleros;
bullicioso, feliz, multiplicado,
esa voz magistral de los jilgueros
y hasta un mixto en el aire dibujado.
En busca del perfume y del encanto
que perdura detrás de tus balcones,
¡oh, ciudad señorial ! Oye mi canto
que recorre tus viejos caserones.
JOSÉ LUIS ACOSTA
30 noviembre 1976
archivo; Anahí Otero
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